Me llevó un tiempo comprender que la vida se compone de pequeños momentos.
No es necesario estar horas y horas con una persona, a veces con verla 10 minutos es suficiente para no poder olvidar la forma en que te mira y te hace rabiar, aunque en sus ojos ves todo el cariño con el que lo hace, la forma en que te sonríe poniendo en marcha un revuelo de mariposas en tu estómago.
Y son esos instantes mágicos los que me dan motivos para levantarme por la mañana.